martes, 12 de mayo de 2015

El Alucinante Viaje en Coche de Carlitos

En el horizonte, el sol era una gran boca de lobo soplando el polen hacia su encuentro, con el único objetivo de premiar sus deseos.

Las motas de pelusa blanca eran pequeñas briznas de las nubes envolviendo el carro. Cientos de miles de millones de maravillosas hadas de luz.

Carlitos bailaba sus dedos al son de la banda sonora de la Bella y la Bestia. Las migajas voladoras danzaban al unísono, seguían los pasos concertados del gran maestre, el director de orquesta y sus diez batutas con uñas. Medias lunas de fino cristal.

Las lineas continuas de la carretera eran serpientes interminables, se dividían en otras más cortas y ligeramente separadas, eran crías reptando tras su madre que pronto aparecía de nuevo.

Los arboles se difuminaban con la velocidad del viaje, era un cuadro fantástico, una fotografía impresionante. Con los dedos en el margen de su vista guiñada, un hombrecillo saltaba sobre las copas y evitaba los obstáculos dando ágiles brincos para no estamparse con los troncos, postes eléctricos y otras adversidades con las que podía toparse el pequeño ser de piernas de falanges.

Palmeaba sus rodillas como dos tambores de la selva, era la llamada a las bestias, imitaba el rugido del león Simeón, el bramido del elefante que andaba siempre hacia adelante, el aullido de un hombre lobo, el gruñido de un hermano oso y el graznido de un cuervo de tres ojos.

Todos acudían a su encuentro, sus almas anidaban en el polen, en las motas de pelusa blanca, hadas de luz que premiaban sus deseos.

Carlitos despertó por un momento de su ensoñación.

- Mamá, las hadas no son reales, son seres de mi imaginación. ¿No existe la magia en este mundo? -
Preguntó Carlitos con cierta resignación- .

- Los rayos del sol vienen directos, desde cientos de millones de kilómetros de distancia, hasta tus
ojos. Para que puedas ver todo lo que hay en este mundo, ¿No te parece eso, algo mágico?

- Los rayos de luz son soplidos de un gran lobo, mamá.

- Ja, ja, ja, ja. Hijo, estamos hechos de la misma pasta.

- Sí mamá, tu eres un espagueti y yo un macarrón, pero el trigo es el mismo.





Fin

6 comentarios:

  1. Estamos hechos de la misma pasta. Me encanta, en serio un relato lleno de ternura y de nuebes rosas de algodón. Precioso. Un abrazo Compi.

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    1. ¡Muchas gracias, María! Me encanta que te encante. Ternura e imaginación, esa es la clave!
      ¡Un abrazo, Compi!

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  2. Un micro lleno de imaginación, tanto la del niño, como la del escritor, que al fin y al cabo es de donde viene. Qué aburridos eran los viajes en coche, sentados en el asiento trasero, carretera y carretera pasando por sin parar por tu lado, cualquier cosa en esas ocasiones podía ocupar nuestra mente e imaginación. Muy bien plasmado.
    Abrazo, amigo.

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    1. ¡Muchas gracias, Ricardo! Sí, la imaginación de este niño es un préstamo del autor, nada más poner "Fin" me la ha devuelto toda! Sin duda, el aburrimiento se combate perfectamente con la fantasía y la de los niños puede ser prodigiosa.
      Gracias por creer que está bien plasmado.
      ¡Abrazo, amigo!

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  3. Geniales imágenes. Yo aún hago en el coche lo del hombre que salta entre los arboles. Cuestión de pasta.

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    1. Gracias, Alejandro. Yo soy el eterno copiloto, hombre de dedos, mano voladora y DJ! Mismo Trigo, mentes soñadoras y escritores...
      ¡Abrazo, Amigo!

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